Dacia Sandero tiene una ventaja significativo en precio: parte desde 13300 €, mientras que el SEAT Ibiza cuesta 19100 €. La diferencia es de unos 5843 €.
También se aprecia una diferencia en el consumo: el SEAT Ibiza gasta 5.20 L y es apenas perceptible más eficiente que el Dacia Sandero, que consume 5.30 L. La diferencia es de unos 0.10 L cada 100 km.
Ambos modelos ofrecen espacio suficiente para 5 personas.
En peso en vacío, el Dacia Sandero es casi imperceptible más ligero – 1089 kg frente a 1111 kg. La diferencia ronda los 22 kg.
En capacidad de maletero, el SEAT Ibiza ofrece casi imperceptible más espacio – 355 L frente a 328 L. La diferencia es de unos 27 L.
En capacidad máxima de carga, el SEAT Ibiza es mínimo mejor – hasta 1165 L, unos 57 L más que el Dacia Sandero.
En capacidad de carga útil, el SEAT Ibiza algo se impone – 522 kg frente a 436 kg. La diferencia es de unos 86 kg.
En cuanto a potencia, el SEAT Ibiza tiene una ventaja claramente perceptible: 150 HP frente a 110 HP. Eso supone un aumento de unos 40 HP CV.
En aceleración de 0 a 100 km/h, el SEAT Ibiza es claramente perceptible más rápido: completa el sprint en 8.10 s, frente a 10 s del Dacia Sandero. Es aproximadamente 1.90 s más veloz.
En velocidad máxima, el SEAT Ibiza es ligeramente superior – alcanza 216 km/h, mientras que el Dacia Sandero se queda en 183 km/h. La diferencia es de unos 33 km/h.
También hay diferencias en el par motor: el SEAT Ibiza empuja algo con 250 Nm frente a 200 Nm. La diferencia ronda los 50 Nm.
La gama mecánica va desde un 1.0 tricilíndrico de 80 CV (0–100 km/h en alrededor de 15,3 s) hasta un 1.5 TSI de 150 CV que baja la aceleración a cerca de 8,1 s, con opciones intermedias de 95 y 115 CV para quien busque equilibrio. La oferta incluye cambio manual y doble embrague, y el conjunto, con pesos entre aproximadamente 1.111 y 1.231 kg, resulta ágil en ciudad sin sacrificar estabilidad en autopista.
Con un depósito de 40 L la autonomía teórica se sitúa en torno a los 700–770 km según el estilo de conducción, lo que convierte a este compacto en una opción cómoda para viajes sin paradas constantes a repostar. La versión más potente consume algo más y emite más CO2, pero en la práctica la diferencia es manejable para quien prioriza respuesta frente al último litro por cada 100 km.
